Natalia
Llegaste a nosotros el siglo pasado. Tenias unos cuatro meses, nos mostraron unos cachorritos de apenas unas semanas pero te preferimos a ti.
Te buscamos porque teníamos pena pues tu tío a quien queríamos mucho lo habían atropellado cuando corría feliz por la cordillera. Siendo un Siberiano hasta hoy creo que era un milagro que volviera cuando lo llamábamos al igual que tú.
Nos dijeron que te habían reservado para crianza, después de ver lo buena madre que fuiste con tus cachorros y con los que adoptaste de Niebla nos dimos cuenta que era verdad.
Al poco tiempo de llegar a casa te enfermaste así que pasamos mucho tiempo entre Pancho y yo preparándote comida y jalea. Llegábamos de la oficina y antes de cocinar para nosotros lo hacíamos para ti.
Con nosotros viajaste a la cordillera pero nunca nos atrevimos a soltarte para evitar que te atropellaran como lo hicieron con tu tío Ditán.
Fuiste muy amiga de Martín un gatito que era de tu mismo color, en ese tiempo vivíamos en una casa de dos pisos y tu subías y bajabas la escalera con él en tu hocico para asegurarte que estuviera cerca de ti para jugar, aunque el ya no quisiera.
Cuando nos vinimos a Pirque tuviste tu primer celo y para evitar que te cruzaras te dejamos dentro de la casa aún el sillón tiene un recuerdo de tus dientes, el mismo sillón que cuando tenias permiso de estar en casa usabas para dormir.
Luego llegó tu primera camada todos grises como tú, esa vez fue cuando recibiste a los hijos de Niebla para amamantarlos, pues su madre estaba muy nerviosa para saber que hacer. En tu segunda camada también tuviste cinco cachorros pero esta vez fueron cafés, grises y una negrita. Aún tenemos a Vada, por suerte no heredo tus dotes de saltarina pero si tu afán de cazar todo lo que se mueva.
Tu siempre supiste respetar a los gatos que conocías y a todos los perros que alcanzamos a presentarte.
Recuerdo que cuando llegamos nos mostraste todos las posibles vías de escape y gracias a ti este es un lugar seguro para todos los perros y gatos.
Durante un tiempo te tuvimos en la corredera que daba al portón así que eras la primera en saludar a todos los que llegaban.
Lamento no haber sabido antes de tu enfermedad, pero te fuiste tal como Pancho quería, en el sueño y durmiendo cerca de nosotros.
Ahora estas descansando bajo el pino donde todos los perros van a descansar del calor así que tu amigo
Sandai siempre va a poder ir a acompañarte. Genara, Basilio, la codorniz y muchos otros te están haciendo compañía. Francisca también cree que estas jugando con Cristóbal y me pide que te diga que ella te quiere mucho.
Tu amiga, Gabriela